11 de abril
miércoles octava de pascua
Lc 24, 13-35 Quédate con nosotros
Quédate conmigo sin jamás irte; llévame, Señor, contigo, siempre sin jamás partirte. Porque el pensar que te irás me causa un terible miedo, de si yo sin ti me quedo, de si tú sin mí te vas.
Versos de un himno de laudes que me brotan ahora, tesoro escondido, al leer este texto de Emaús y hacer esta hermosa oración. Quédate con nosotros, Señor, pues has caldeado nuestro corazón, porque bien se que eres tú la vida del alma mía; si tú vida no me das, yo sé que vivir no puedo, ni si yo sin ti me quedo, ni si tú sin mi te vas.
Cuando te dejas encontrar por Jesús, cuando, aún sin reconocerle vas caminando con Él y luego descubres quién es el que te ha llamado por tu nombre, ya no quieres que se vaya, solo deseas que se quede a tu lado y es entonces cuando le decimos: «quedate con nosotros».
Los discípulos de Emaús sentirían llenarse su corazón cuando le escuchaban hablar. Igualmente se nos llena el corazón leyendo su Palabra y le decimos que no se vaya de nuestro lado, que ya que le hemos conocido, el vacío de perderle puede ser tremendo.