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11 de febrero
Lunes V

Gn 1, 1-19 Al principio

Al principio entras tú en la historia, porque la creas desde su comienzo. Al principio la Biblia nos habla de tu palabra, que hace la luz, para que podamos ver las maravillas de tu bondad creadora, grande eres, Señor, y muy digno de alabanza. Desde su inicio mi vida está envuelta en tu misericordia, por un acto de tu amor. Desde las primeras horas de este día, saliendo de la noche, entrando en la mañana, quiero ponerme delante de ti y reconocerte como Seeñor y creador de todo. Te alabo.

02.11

Santo

10 de febrero
Domingo V

Is 6, 1-2.3-8 Santo, santo, Santo es el Señor, la tierra está llena de tu gloria

Con mis labios impuros, desde mi pequeñez, me sumo en cada eucaristía al canto de los serafines que cantan tu gloria, sin cesar, por toda la eternidad. ¿Cómo es posible que de mi boca brote tu alabanza? Tú mismo, Señor, pones tu palabra en mi boca, te haces oración en mi corazón, para que todo mi ser proclame que tú eres Dios, que tú eres santo, qué tú eres más grande que todos nuestros diosecillos, que tu gloria llega hasta nosotros y nos llena.

02.10

Amor XIV

9 de febrero

Mc 6, 30-34 Vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.

Así es tu amor: compasivo y misericordioso. Así me invitas amarte, sin reservas, en la muchedumbre pobre de ti, marginada, hambrienta y sedienta, explotada y deprimida. Que mi vida, entregada en tu servicio, se comprometa al servicio de mis hermanos, y en los más pobres vea la llamada de tu amor a dar mi vida sin reservas por ti y por tu evangelio.

Amor XIII

8 de febrero
Viernes IV

Salmo 26 El Señor es mi luz y mi salvación
A ti, Señor, que eres la luz verdadera y la fuente misma de toda luz, te pedimos humildemente que meditando fielmente tu Palabra vivamos siempre en la claridad de tu luz.
Esta oración conclusiva de las laudes del jueves de la segunda semana me ha pasado desapercibida hasta hace bien poco. Tú, luz verdadera. Tú, fuente de toda luz. Tú luz a través de la palabra que quiero escuchar en obediencia de fe. Tú al que aspiro unirme en la claridad de tu luz. Tú, Señor, mi luz y mi salvación. Aleja de mí mi oscuridad. Por tu amor.

Amor XII

7 de febrero
Jueves VI

Mc 6, 7-13 Nada más

Eso es lo que encargas que lleven para el camino los que acabas de llamar y enviar: un bastón y nada más. Nada de nada. Nada más.
En la nada todo. En la nada nada. En la nada estás tú, destruyendo todo y dándome la nada de tu amor total, en plenitud vacía. Sin pan, sin alforja, sin dinero suelto en la faja. Nada de nada. Solo, en soledad sentida, en silencio enamorado, confiando en ti. Nada más. Nada menos. Por amor.

Amor XI

6 de febrero
Miércoles IV

Salmo 102 Bendice alma mía al Señor

Bendice alma mía al Señor y todo mi ser a su santo nombre. Con todo mi corazón, con toda mi mente, con todo mi ser. No olvides sus beneficios, tan innumerables, tan incontables, tan graciosos, tan inesperados, tan recordados, tan…Tú sientes ternura por mí, tú sabes que soy barro e infundes tu espíritu para que viva de tu amor. Tu misericordia dura por siempre, desde la salida del sol hasta su ocaso, desde el principio hasta el fin, y pasa de generación en generación. Hoy, Señor, te bendigo con todo mi ser, con toda la fuerza, tan débil, de mi amor. Aún me quedas tú, con tu amor.

Amor X

5 de febrero
Martes IV

Hb 12, 1-4 Fijos los ojos en Jesús

Fijos los ojos del corazón en ti, Señor, que inicias y completas nuestra fe, sin el que nada de mi existiría, sin el que nada de mí permanecerá, sin el que no puedo comprenderme ni aceptarme bendecido en medio de la oscuridad de mi pecado. Fijos los ojos en Ti, Señor, con fe, con esperanza, con amor. Con amor. Mirándote, adorándote, contemplándote en el silencio profundo del amor verdadero. Sólo tú, Señor. Que en ti lo encuentre todo, lo espere todo, y sepa preferirte sobre todas las cosas. Por amor.

Amor IX

4 de febrero
Lunes IV

Mc 5, 1-20 Todos se admiraban

Así termina el evangelio de hoy, tras el milagro que realizas con el endemoniado de Jerasa. Todos se admiran de ti, Señor, todos nos admiramos de ti. De tu verdad, de tu bondad, de tu belleza. De tu palabra, de tu gesto. De tu vivir para el padre. Del poder de tu obrar. De la misericordia que sale de tu boca. Admirado porque mis ojos, vueltos hacia ti, quieren acercarse al misterio que me brindas, quieren embeberse en tu mirada y unirse a ti. Volteen hoy las campanas de mi corazón por el prodigio de tu amor, que me admira.

Amor VIII

3 de febrero
Domingo IV

I Cor 12, 31-13,13 Sin límites

Así es el amor, desde el que tú has amado y continúas amando. Sin límites. Va más allá de todo. Trasciende. Supera cualquier tipo de compresión, de limitación que quiera imponerle el pensamiento o la experiencia. Así es tu amor, Señor, indescriptible, incomprensible, y sin embargo real y actual, al alcance de cualquier corazón que quiera ser alcanzado por la dicha de tu amor. Bendecido, restaurado. Sin límites.

Presentación en el templo

2 de febrero
Presentación de Nuestro Señor

Lc 2, 22-40 Porque mis ojos han visto a mi Salvador.

Salvador que eres luz e iluminas, Salvador que te acercas, salvador que consagras. La vida religiosa, Señor, es fruto de tu amor y tu bondad para con la Iglesia. Religiosos y religiosas te presentamos nuestra vida porque tú te has presentado para nosotros, y nos has llamado, y nos has iluminado, y nos has invitado a consumir nuestra vida en tu amor, con ayunos y oraciones, dando gracias a Dios