Te miro

3 de enero
Tiempo de Navidad

Jn 2, 29-3, 6 Mirad qué amor nos ha tenido

Te miro y te remiro, hecho niño en Belén, hecho carne Salvadora, te miro y te remiro y en el mirarte quedo prendado, embelesado, pues solo veo tu amor y en tu amor me acunas, y me estremezco porque me haces carne de tu carne, ser en tu ser, hijo amado y predilecto. Quedo abandonado en la abundancia de tu amor.

01.03

En tu silencio

2 de enero
Tiempo de Navidad

I Jn 2, 22-28 Vosotros permaneceréis en el Hijo

Me sumerjo en tu silencio, en la noche de tu manifestación hecho carne en Belén, en la paz y la serenidad de las estrellas y en el revolotear de mis fantasmas, en tu pesebre y en tu cruz, para adorarte, para abrazarte, para que me hagas permanecer a ti y en tu silencio, por toda la eternidad. Te entrego una vez más, mi corazón, mi afecto, mi inteligencia, todo mi ser. Tómalo tú, Señor, como tengas menester. Dadme vuestro amor y gracia, que ellas me bastan.

01.02

Al final

31 de diciembre
Octava de Navidad

Jn 1, 1 En el principio
Tú eres mi principio y mi final. Tú eres mi origen y mi destino, todo mi universo. Todo mi tiempo está en ti, como en una gavilla. En ti mi pasado, en ti mi futuro, en ti mi presente desde donde te doy gracias por haber hallado gracia ante ti. No abandones, Señor, la obra de tus manos.

12.31

Anciana en espera

30 de diciembre
Octava de Navidad

Lc 2, 36-40 Sirviendo a Dios con ayunos y oraciones

Gracias, Señor, niño recién nacido, Salvador del mundo, porque te acercas a cada uno de los que se acercan a ti, con ayunos y oraciones, con la ofrenda de su amor, de su entrega, de su anhelo de ti. Te doy gracias hoy por todas las monjas y monjes contemplativos ancianos que han dedicado su vida a ti. Sigue poniendo tu música en sus entrañas, tu melodía divina en su alabanza.

12.30

Vestido familiar

29 de diciembre
La sagrada Familia

Col 3, 12-21 Vestíos de la misericordia entrañable

Nos llamas tú a vestirnos el vestido de la familia, de las relaciones naturales que sostienen el crecimiento del ser en el amor, en el nido de la afectividad, en la seguridad, en la confianza, en la posibilidad de alcanzar la plenitud. El vestido de María y José contigo: la misericordia, entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón., Y el amor, como ceñidor de la unidad familiar consumada. Pertenecemos a tu familia, Señor; haznos participar de tu bien.

12.29

Inocentes

28 de diciembre
Santos inocentes

Mt 2, 13-18 Mandó matar a todos los niños

En Herodes todos los hombres somos culpables del asesinato de tantos inocentes. Nuestra indiferencia, hoy también, nos hace cómplices. Solo el derroche de tu misericordia y tu perdón me permite vivir consciente de mi pecado y no abismarme en mi absoluta iniquidad. Hazme comprender, Señor, que al matar al inocente te estoy matando a ti, dador de vida.

12.28

Resurrección

27 de diciembre
San Juan Evangelista

Jn 20, 2-8 Vió y creyó

Junto al sepulcro. Porque la losa se descorre, y la muerte queda abatida. En la cruz está la vida. En el sepulcro no hay nada, porque tu resurrección, victoriosa, llena el universo de su hermosura y convoca a todos los seres a tu victoria. A verte resucitado y creer. Para eso has venido al mundo, para ser Señor de vivos y muertos. Y por eso damos testimonio de ti.

San Esteban

26 de diciembre
San Esteban

He 6, 8-10; 7, 54-60 Esteban, lleno de gracia

Lleno de gracia en tu gracia, lleno de ser en tu ser, lleno de ti por ti, porque le llamaste y te siguió, y puso su vida junto a la tuya, y escuchó tu Palabra, y no resistió a tu voz, y se dejó acunar por tu aliento, y recibió tu espíritu de verdad, y dio testimonio de ti hasta entregar su vida como tú mismo hiciste. Y hoy, recién nacido tú, Señor Jesús, celebramos la fiesta del primer mártir, para que no olvidemos a lo que somos llamados.

12.26

Natividad

25 de diciembre
Misa del día

Jn 1, 1-18 En el principio existía la Palabra

Quedo en silencio junto a tu Palabra. La rumio sin rumiarla, la respiro sin respirarla, la haces ser en mí ser que es tuyo, me das vida en tu Palabra. Tu palabra en la carne del niño Jesús. Junto a tu Palabra hecha carne me acurruco y quedo en adoración quieta, sin palabras. Me regocijas en tu Navidad, me haces una vez más tuyo.

12.25.4