13 de abril
Viernes de octava de Pascua
Jn 21, 1-14 Es el Señor
Como en la mañana de Pascua, solo el que ama, el amado, es capaz de comprender la verdadera dimensión de la realidad. Eres tú Señor, el que te presentas en medio de nosotros, en nuestras actividades cotidianas. Eres tú, Señor, el que te acercas, el que una vez más estás con nosotros, estás entre nosotros. Eres tú, Señor, el que desvelas el sentido real de la realidad y me haces proclamar, cuando me rindo a tu amor amante, “es el Señor”.
Señor, yo solo tengo una gran gratitud hacía tú Presencia en mi vida.
El poder reconocerte en la Fracción del Pan, el tener la dicha de que llegues a mi casa recibiéndote, el saber que me amas, yo te deseo y espero ser digna de que permanezcas en mi.
«Es el Señor», no le reconocían pero estaban a su lado. Solo el amor es capaz de reconocerte, Señor, solo el que ama te reconoce a su lado.
Es el Señor el que está a mi lado, es el Señor el que está solo y mendiga una sonrisa, una compañía, una caricia, es el Señor el que me llama, me necesita, me busca y me pide mi mano para agarrarse a ella.
Haz, Señor, que te reconozca a mi lado en todos los momentos de mi vida.