12 de diciembre
Viernes II de adviento
Is 48, 17-19 Tu paz como un río
Tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar, tu descendencia como arena, tu vida y tu muerte en mis manos, tu ser en mi ser, desaparecido en el infinito, todo perdido, todo hallado, olvidado y encontrado, mudo, sordo, ciego, sin voz ni eco de voz, sin palabras, sin conceptos, sin ideas, sin razón, tan real como mi amor es real y hace de tu paz un río caudaloso que no es río sino mar, universo celestial en la muerte.
¡¡Qué nunca pierda Señor la Paz!! Paz, que siempre conforta el corazón atribulado por tantas tragedias, que deseo no sucedan, pero los hombre hemos perdido el camino de Ella.
Haz Señor que llegue a todo el mundo, regando todo los corazones destrozados por la falta de humanidad.