Navidad

25 de diciembre
Misa vespertina de la Vigilia
Is 62, 1-5 Ya no te llamarán Abandonada, ni a tu tierra devastada; a ti te llamarán “mi favorita” y a tu tierra desposada, porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

Leo y escucho esta palabra y me lleno de gozo. Y me preparo con amor a recibirte, pues tú vienes hasta mí para ofrecerme tu amor, que es plenitud de mi vida y salvación. Gracias, Señor. Que te acoja hoy y siempre.

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Misa de la medianoche
Lc 2, 10-11 Y aquí tenéis la señal. Encontraréis un niño envuelto en pañales.

La señal de la gracia de dios, que ha aparecido en la noche. El niño que nos ha nacido, el hijo que se nos ha dado; el príncipe de la paz. Aquél que es anunciado en la noche a los pastores es todo esto y más.

¿Qué vieron los pastores en la oscuridad de la noche, en la oscuridad de un portal? Sombra, penumbra, ninguna claridad. Y sin embargo, el niño, en el pesebre, es la señal que también se te ofrece: la luz del mundo, la gloria de la humanidad.

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Misa de la aurora
Lc 2, 15-20 Los pastores se volvieron dando gloria a Dios por lo que habían visto y oído

Tras escuchar el anuncio del ángel; tras creer en la buena noticia ofrecida, tan desconcertante, y en la señal; tras escuchar los coros celestiales dando gloria a Dios y ofreciendo paz a los hombres que ama el Señor, van corriendo, raudos, sin perder el tiempo, a ver eso que ha pasado. Encuentran a María y al niño. Cuentan lo que les ha sido anunciado. Todos los que escuchan se quedan admirados.

Escuchar, creer, ir, proclamar, narrar, admirar, contemplar, dar gloria a Dios por el Niño que ha nacido. ¿Qué haces tú hoy?

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Misa del día
Jn 1, 1-18 En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres

Te miro, te admiro, te adoro. Me abro a ti, que irrumpes en mi vida, hoy de forma especial, una vez más, como cada día. Me llega la Palabra, tu palabra, tú mismo, y quiero acogerte desde el seño de María. Tu Palabra que hace todo, que recrea todo, que me rehace cada día y me ofrece la oportunidad de ser más tuyo y para ti. Tu Palabra que me da la vida, que alumbra mis tinieblas, que me llena de tu claridad y me hace radiante. Tu Palabra, tú mismo Jesús, alumbrando a la humanidad en este día de Pascua de Navidad. Gracias por tu vida. Por tu Palabra. Amén, Señor Jesús.
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Autor: Nano SM

Religioso Marianista, sacerdote. Actualmente trabajo en la pastoral de un colegio en Madrid, precisamente donde estudié y sentí la llamada a la vocación religiosa. Desde hace tres años escribo cada día un comentario a la Palabra de Dios, que me ayuda a encarnarla y a darla a los demás. De alguna manera participo en la misión de María, dando a Jesús, dando su Palabra.