16 de abril
Lunes II de Pascua
Hch 4, 23-31 Los llenó a todos el Espíritu Santo
El espíritu santo, tu espíritu, Señor, el que aletea desde el principio al fin de este tiempo pascual, especialmente, y a lo largo de todos los días de nuestra vida, fortaleciéndola, alegrándola, llenándola de Ti. Tu Espíritu, Señor, que llega al terminar la oración, que hace temblar el lugar, que hace que Pedro y Juan, y todos nosotros, vayamos con valentía a anunciar tu Palabra. De vida.
¡¡Gracias Señor por dejarnos tú Espíritu!!
Sin su fuerza, sin su luz nunca seguiría el sendero que tú me indicas.
Mi vida sería oscura, no tendrían sentido las luchas de superación, ni las entregas.
¡¡Qué nunca me falte tú Espíritu Señor!!
Liberarme de mí para renacer en ti, matar mis sentidos para acoger tu Espíritu, dejarme arrastrar por tu fuerza hasta aprender a navegar en ella. Matar para vivir, anularme para sentir, sufrir para gozar. Desaparecer en ti para Ser.