12 de noviembre
Lunes XXXII
Lc 17, 1-6 Auméntanos la fe
Esta es la petición de los apóstoles, la petición de cualquier hombre y mujer de fe que se da cuenta de la fragilidad de su fe, de la limitación de su confianza en ti, de la precariedad con la que se abandona en tu providencia de amor. Tener la fe de un grano de mostaza, Señor, me dices, bastaría. Pues no debo tener si tan siquiera la pequeña simiente de esta hortaliza. Y sin embargo, Señor, porque creo y quiero creer te digo: auméntame la fe.
Don tuyo. No es mi esfuerzo.
Liviano don que me das Tu, Seños.
Agradecida.
El perdón es la única llave que abre nuestro corazón
Cuando me llegue la duda, cuando me llegue el dolor, cuando me llegue el miedo, cuando me falte el amor, cuando me falte la confianza, cuando me falte la sonrisa. Cuando no mire a los demás con tus ojos, cuando se cierre mi boca para hablar de ti, cuando mis pasos se salgan del camino, cuando mis manos no se abran al sufrimiento…
Señor, cuando…. aumentame la fe.