7 de abril
II domingo de Pascua
Jn 20, 19-31 Así también os envío yo.
Como el Padre te ha enviado, así también nos envías tú. A proclamar tu divina misericordia, infinita, que no se cansa de perdonarnos, de darnos la paz, de llenarnos del gozo del Espíritu Santo, de ofrecernos el perdón de los pecados, la resurrección de nuestra carne marchita, ya aquí, ahora, el tesoro de tu gracia. En medio de nuestras dudas, de las noche de la fe, de las oscuridades, de la incertidumbre de nuestra cultura, tú nos envías a proclamar el año de gracia. Todas nuestras empresas nos las realizas tú.
Rompe la noche
quiebra melancolías
tu resurrección
Estamos necesitados de tu infinita misericordia que perdone nuestra desidia, el egoísmo que nos impide acercarnos al que sufre. No sólo al que carece de bienes materiales, también al que siente la ausencia de afecto. Perdónanos Señor, e inflama nuestro corazón de tu divina gracia.
Nos envías Señor, para que nuestros hermanos vean en nosotros el gran Amor que nos tienes.
No escatimas en nada, usas tu gran Misericordia, nos llamas a convertirnos, a gozar del don del perdón. Con él llenas mi corazón de una paz que solo tú sabes dar.
Tus palabras contienen toda la sabiduría que necesito para sobrevivir