28 de enero
Miércoles III
Mc 4, 1-20 Jesús se puso a enseñar junto al lago
Deseo acercarme, Señor, y quedarme admirado por Ti, por tu enseñanza. Deseo escuchar la palabra que sale de tu boca y caldea mi corazón. Deseo hacerla carne en mi carne y darte como luz que desgarra las tinieblas de la indiferencia que te acogen. Deseo ser tierra fecunda, tierra buena, que coge tu palabra y da la cosecha. Aumenta mi deseo, Señor, y hazlo realidad.
Ahí quiero estar yo, junto al lago. Formar parte del enorme gentío que se reunía para escucharte. Sentarme en la orilla y dejarme abrazar por tu Palabra, dejarme abrazar por tu enseñanza.
Y escucharte, y seguirte, y caminar a tu lado. De ti aprendo cada día. Tu Palabra la hago mía, escuchando, aprendiendo, llevandola a la vida, a mi vida.
Señor, ayudame a estar dispuesta siempre a sentarme a tu lado en la orilla del lago, ayudame a escucharte y a seguirte, a caminar contigo porque me siento elegida por ti.
Y poder comprenderte, Señor, que es señal de que me has perdonado y mi conversión a ti es total.