18 de octubre
Jueves XXVIII
II Tim 4, 9-17 Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente.
Enamorado de su aparente brillo, de sus reclamos, del consumo, de la capacidad de recibir información permanente, de la conexión rápida, del encuentro trivial, de la superficialidad, del consumo, del afán de poseer, de ser, de aparentar, de dominar, de no ser a pesar de ser llamado a ser en Ti.
Autor: Nano SM
Religioso Marianista, sacerdote. Actualmente trabajo en la pastoral de un colegio en Madrid, precisamente donde estudié y sentí la llamada a la vocación religiosa.
Desde hace tres años escribo cada día un comentario a la Palabra de Dios, que me ayuda a encarnarla y a darla a los demás. De alguna manera participo en la misión de María, dando a Jesús, dando su Palabra.
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Es fácil dejarse llevar, como Dimas, del brillo de las cosas del mundo: el confort, el éxito, la satisfacción inmediata… Ignorando que la comodidad anula la disponibilidad, que estimular y alabar las relaciones momentáneas es devaluar la esencia del amor. Que la adoración por el éxito es eliminar el deseo del trabajo y la dedicación personal.
Cualquiera de éstos u otros estímulos pueden seducirnos. Esperemos Señor que Tu persona y vida nos mantenga unidos a Ti para siempre.
¿dónde está el sol? ¿dónde está el grito? ¿dónde la desolación? En ti, Señor, el mundo pasado, el presente y el futuro. Sin ti el alarido cósmico.