16 de febrero
Domingo VI
I Cor 2, 6-10 El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios
Tú me sondeas y me conoces. Tu Espíritu entra hasta el fondo de mi ser, donde me conforma, me conforta, me enriquece. Tu Espíritu, Señor, habita en mí y me hace habitar en ti. Me muestra retazos de tu bien inefable, de tu grandeza, de tu poder, de la majestad de tu gloria, de tu cercanía certera, de tu ser intuido y nunca poseído. Tu Espíritu, Señor, es don de vida y abundancia, por el que me abres por entero a ti. Gracias.
El Espíritu, habita en mí ser. Es quien me ayuda a ser coherente, a saber amar como Dios quiere. Me llena de su gracia y conduce mi vida. Sin él iría a la deriva.