29 de diciembre
Octava de Navidad
1 Jn 2, 3-11 Quien guarda su palabra ciertamente el amor de Dios ha llegado a su plenitud
Guardar tu Palabra, Señor, es acogerte. Tu Palabra se hace carne y pone su tienda entre nosotros. Guardar tu Palabra, escucharla, encarnarla, como hizo María, es ser llamados a la plenitud que nos ofreces. Tú nos ofreces esta plenitud cada día, tu palabra viene a nosotros cotidianamente. Que la guardemos. Porque en ello conocemos que estamos en Ti. Y si estamos en Ti debemos vivir como tú viviste: dando la vida por amor.
Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación ¡¡ Gran fe la de Simeón!!
También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita ( 1Cor 3,16),
Debemos glorificar a Dios por haberse echo hombre como nosotros y traernos la salvación.
Un abrazo Josefa