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 10 de septiembre
Lunes XXIII
Col 1, 24-2,3 Así completo en mi carne los dolores de Cristo
El dolor, físico, psicológico, moral, está presente en nuestro mundo, probablemente en nuestra vida. El dolor, que en sí debe ser evitado, pues Dios nos llama a vivir bienaventurados y felices, puede convertirse en una fuente de vida. Me puede ayudar a desprenderme de mi mismo, a reconocer mi limitación, a ofrecerme, a unirme a Cristo en la cruz. De nuevo, Señor, pongo ante ti a los que más sufren: ayúdame a ser, en tu nombre, vida para ellos.

 

 

Autor: Nano SM

Religioso Marianista, sacerdote. Actualmente trabajo en la pastoral de un colegio en Madrid, precisamente donde estudié y sentí la llamada a la vocación religiosa. Desde hace tres años escribo cada día un comentario a la Palabra de Dios, que me ayuda a encarnarla y a darla a los demás. De alguna manera participo en la misión de María, dando a Jesús, dando su Palabra.