7 de septiembre
Lunes XXIII
Col 1, 24-2,3 Así completo en mi carne los dolores de Cristo
Pongo ante ti, Señor, a tantos hombres y mujeres que están crucificados contigo, que sufren una pasión, como la tuya, que son escarnecidos, despreciados, marginados, injustamente condenados. Muchos de ellos sufren por tu cuerpo, que es la Iglesia. Tanto dolor en la humanidad es incomprensible. Combatir las causas del mal, aliviar al que lo sufre, acercarse a tu cruz. Y permanecer en ella.