8 de abril
La anunciación de Nuestro Señor
Lc 1, 26-28 Alégrate
Este año el alégrate de Gabriel a María tiene sabor a aleluya, a alegría pascual. Tu resurrección lo transforma todo, lo comprende todo, lo ilumina todo, es la fuente para que podamos entender todo origen, toda meta, todo el misterio de nuestra fe. Alégrate, María, porque el hijo que has consentido concebir por la fe, ha vencido a la muerte, trae la salvación, te ha unido a la alabanza que el universo entero le brinda en su esplendor. Alégrate, María. Y en tu alegría me alegre yo.
El alégrate, María… es premonición de una dura prueba que Ella deberá vivir. El «alégrate» debería ser para nosotros porque todo lo que vivió María, redundó en gran beneficio para todos sus hijos.
En tu alegría
La primavera en flor
Se estremece
Pídele a Dios que se encarne, que te mire, que te sienta, que te huela
Pídele que te levante, que te acaricie
Pídele aire para respirar, besos para amar, abrazos para compartir
Pídele y no tengas miedo
¡Grítale!