Llanto

19 de septiembre
Martes XXIV

Lc 7, 11-17 No llores

Es lo que le dices a la viuda de Naím, que acaba de perder a su único hijo. Hoy sigues invitándonos a seguirte siendo consuelo de las mujeres, y de los hombres, que pierden a sus hijos. Especialmente de las mujeres de Somalia, que ven morir el fruto de su vientre en la cruz del hambre y de la insolidaridad internacional. ¿Cómo hacemos para consolar su pena en tu nombre?

Sáname

18 lunes
Lunes XXIV

Lc 7, 1-10 Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme
Todos los días te digo esta frase en la eucaristía, a veces sin darme cuenta. Hoy te la digo de corazón, consciente: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. Sáname porque he pecado contra ti.

para Ti

17 de septiembre
Domingo XXIV

Rm 14, 7-9 Si vivimos vivimos para el Señor

Es bueno recordar, Señor, que el domingo es tu día, y que si vivimos vivimos para ti, por ti, en ti. ¿Cómo voy a vivir este domingo en tu presencia? ¿Cómo te voy a dedicar mi tiempo, mi ser? Quizá puedo repetir, en oración incesante, las palabras del salmo responsorial de hoy: “Bendice alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre”.

Frutos

16 de septiembre
Sábado XXIII

Lc 6, 43-49 Por sus frutos les conoceréis

Hazme fruto en ti, fruto del verano que se acaba, fruto jugoso y fresco, fruto carnoso y dulce, fruto que sacia y alimenta. Fruto en el seno de María. Fruto regado con la lluvia de tu gracia. Fruto de salvación. Fruto en tus manos. Fruto que cuelga del madero de la cruz. Fruto vivo que cae en la tierra y muere para renacer abundante. Hazme fruto para tu gloria y alabanza.

Dolores

15 de septiembre
Nuestra Señora de los Dolores

Jn 19, 25-27 Junto a la cruz de Jesús estaba su madre

Al pie de la cruz. Fiel en medio del dolor. Mujer fuerte con las entrañas desagarradas. Pongo junto a ti, Señor, a tantas mujeres que ven morir a sus hijos por el hambre, por la guerra, por la precariedad, por la pobreza, por la falta de medicamentos, por la falta de salubridad, por nuestra falta de solidaridad y misericordia. Que en medio del dolor, la cruz sea fecunda, por tu presencia salvadora, por el don de tu amor que se entrega.

Despojado

14 de septiembre
Exaltación de la santa Cruz

Flp 2,6-11 Se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo

Pobrecito esclavito indigno, despojado de todo, olvidado, desapercibido…por ti. Ente lo que qué no cuenta para confundir a lo que cuenta, y mostrar que no es mi fuerza, sino el poder de tu brazo, el que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. En la cruz, Señor, en la entrega de la vida, en la renuncia a todo, nos muestras tu camino de Salvación. Úneme a tu cruz, Señor.

Tus bienes

13 de septiembre
Miércoles XXIII

Col 3, 1-11 Aspirad a los bienes de arriba no a los de la tierra

En nuestra sociedad de consumo tan desaforado, que nos atrapa a todos, es bueno recordar que tú eres el único bien, la perla escondida, el tesoro que llevamos dentro. No deseo los bienes de este mundo si no a ti solo, Padre bueno, Cristo amado, Espíritu de vida, al igual que la cierva busca corrientes de agua, como el centinela espera a la aurora. Heredad tu reino, saciarme de tu misericordia, recibir la recompensa de tu abrazo de amor. Desapegado de todo, vacío de lo que no eres tú.

Dulce nombre

12 de septiembre
Dulce nombre de maría

salmo 144 Que todas tus criaturas te den gracias, Señor

Gracias por María, por su dulce nombre, que me vuelve hacia ti. Gracias por ser el fruto bendito de su seno. Gracias porque de sus entrañas te recibo. Gracias porque dio a luz la luz del mundo. Gracias porque en sus brazos te encuentro siempre. Gracias por la cordialidad con que te acogió a ti, acogió la voluntad del Padre y se hizo disponible a ella, acogió el don del espíritu Santo, que la hizo fecunda.

Gracias Señor, por su ternura maternal. Gracias por María.

Anuncio

11 de septiembre
Lunes XXIII

Col 1,24-2,3 Nosotros anunciamos a Cristo

Fijos los ojos en ti, Señor. Tú el que sostienes nuestra fe. Tú la plenitud de nuestra esperanza. Tú el aliento de nuestra vida. Tú la fuente misericordiosa de la salvación del Padre. Tú, Seño, amigo, amado, amante. En este momento me pongo ante ti y te pido no deje nunca de anunciarte, de mostrarte, de conducir a todos hacia ti, camino, verdad y vida nuestra.