1 de febrero
Mièrcoles IV
Hb 12,4-7.11-15 Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea con el pecado
Cierto es, Señor. Y quizá por eso, por no haberme desangrado por ti, por no haber combatido hasta la extenuación, por no haberme abandonado confiadamente, sin mayor esfuerzo, al poder de tu gracia, el pecado sigue campando a sus anchas por mi vida, y cada día me separo de ti, que cada día me estrechas con los lazos de tu amor.