9 de octubre
Domingo XXVIII
II Tim 2, 8-13 Si somos infieles, él permanece fiel
Así es tu ser, fidelidad, porque es eterna tu misericordia. Y aunque nuestros pecados sean más rojos que la grana, y nuestra infidelidad sea la perpetua, tú permaneces fiel, porque no puedes negarte a ti mismo. Y esta seguridad es la que da la posibilidad de acercarme de nuevo a ti, una y otra vez, con un corazón dolorido, para recibir de ti la gracia y la paz.