27 de marzo
Domingo de Pascua
Jn 20, 1-9 Entonces llegó también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó
Se que me amas y necesito darme, ponerme en tus manos, sin limitación, sin media. Por eso corro más que Pedro. Mi amor, tu amor, me hará llegar primero. Mi corazón, sin saberlo, te intuye. “Esto es la vida: saber que existes y que te amo”. Desde que recosté mi cabeza en tu costado, respondo a tu amor con mi pobre amor adulterado. Al pié de la cruz recibí tu amor, verdadero y entregado. Me amas y existo. Soy tuyo siempre porque para ser lo necesito.
Revestido de tu amor. Envuelto y arrullado. Rescatado, creado. De principio a fin. Origen y destino. Sin tiempo. En un presente continuado y eterno eternamente tuyo