Adviento II

30 de noviembre
San Andrés

Rm 10, 8-18 Si tus labios profesan que Jesús es el Señor

Que mi labios profesen que tú eres el Señor, que mis labios canten tu alabanza, que mis labios besen tu rostro de misericordia, que mis labios beban de tu pecho las delicias de tu corazón. Que mis labios, Señor, mi corazón, mi ser entero, sean tuyos siempre, en todo momento, mecidos por el oleaje de tu amor.

11.30

Adviento

29 de noviembre
I domingo de Adviento

Jer 33, 14-16 Mirad

Esta es, Señor, la primera palabra tuya que me llega en este tiempo de adviento, que es todo novedad. Mirad que llegan días en que cumpliré la promesa. dame ojos para mira tu paso por mi vida, tu pascua de salvación, en cada instante, en cada latido del corazón. Dame ojos de fe para saber que tú estás presente en todos los acontecimientos de nuestra vida diaria. Alienta mi esperanza para comprender que en todo momento vienes. ¡Ven, Señor Jesús!

11.29

Despiertos

28 de noviembre
Sábado XXXIV

Lc 21, 34-36 Estad siempre despiertos

Que no se embote más nuestra mente embotada, Señor, despiértanos tú en la gran luz de tu misericordia, con el don de tu sabiduría para saber lo que es grato a tus ojos y lo que nos lleva, a cada uno y como humanidad, por el camino de la perdición.

11.28

Estruendo

26 de noviembre
Jueves XXXIV

Lc 21, 20-28 Y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo

Estruendo interior que no deja escuchar la verdad del bien y la belleza que todo ser lleva dentro. Estruendo exterior que nos saca de nosotros mismos, nos vierte y nos dispersa. estruendo del oleaje del mundo, que llena de angustia a las gentes. ¿Qué hago, Señor, para compartir el don de tu paz?

11.26

Perseverancia

25 de noviembre
Miércoles XXXIV

Lc 21,12-19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Dame, Señor, perseverancia para seguirte en todo momento, según tu voluntad. Para anidar en tu Palabra, y hacerla carne de mi carne, sin fisuras, sin desmoronamientos. Dame tú, Señor, la perseverancia para dar cada día testimonio de tu nombre, sin tener miedo. Dame tu palabra y tu sabiduría, para hacer frente a tanto horror.

11.25

Caos

24 de noviembre
Martes XXXIV

Lc 21, 5-11 Cuando oigáis noticias de guerras y revoluciones

Catástrofes humanitarias que se deben a nuestra voluntad de hombres y mujeres violentos y sin razón: guerras y barbaries, atentados terroristas, refugiados sin tener a dónde ir, todos aquellos que padecen nuestra falta de solidaridad mundial, todos los días ante nuestros ojos las imágenes del terror, las palabras de repulsa que se tornan vacías y sin voluntad, porque sólo tú, Señor, puedes cambiar nuestro egoísmo en la generosidad que es fruto de tu amor.

11.24

La chaparrita

23 de noviembre
Lunes XXXIV

Lc 21, 1-4 Esa pobre viuda ha echado más que nadie…

porque todos los demás han echado lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir. Hace dos semanas el sacerdote, en la eucaristía, recordó a Isabel, la chaparrita, que en Chiribel, un pueblo de Almería, todos los años daba entera la pensión de jubilación de un mes, para Manos Unidas, campaña contra el hambre. Dar a los necesitados lo que una necesita, era su lema. Gracias, Señor, porque su ejemplo y generosidad perdura en el tiempo.

11.23

Cristo Rey

22 de noviembre
Jesucristo Rey del universo

Jn 18, 33-37 Tú lo dices, soy rey

Tú eres rey del universo, del cielo, de la tierra, de todo cuanto existe, tú eres rey de mi vida, rey del amor. Tú eres rey en el servicio, en la entrega, en la humildad, en lo sencillo, en lo que no cuenta, para confundir a lo que cuenta. Tú eres rey de misericordia. Tú eres, Señor. rey de la vida y de la paz, rey de reyes, rey de eternidad. Me mostro ante ti, Señor, y te adoro.

11.22

María

21 de noviembre
Presentación de María

Zac 2, 14-17 Calle toda carne ante el Señor

Proclame mi alma la grandeza del Señor. Entre el callar y el proclamar meces mi vida, me haces ofrenda para ti, desde el seno de María, donde me vas formando a semejanza de tu hijo primogénito. Dame señor, la sencillez de corazón, la dulzura callada y silenciosa de maría, para hacer con mi ser un canto de alabanza, proclamando que tu misericordia lelga a tus fieles, pues habitas en medio de nosotros, y nos haces tuyos.

11.21