15 de abril
Miércoles II de pascua
Jn 3, 16-21 La luz vino al mundo
Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, veánte mis ojos, dulce Jesús bueno, véante mis ojos y muera yo luego en la claridad despierta de tu luz recién resucitada, de esa luz que me permite ver lo que el ciego ve cuando derrites mis entrañas de tinieblas con el resplandor de tu verdad. Tu luz delante de mis ojos, para verte de verdad.