Gracia I

20 de octubre
Domingo XXIX

Lc 18, 1-8 Cómo tenían que orar sin desanimarse

A Moisés se le cansaban los brazos, de tenerlos en alto para interceder por el pueblo, y por eso Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Pero el desánimo no es cansancio físico, solo, sino acedía, galvana, aburrimiento, inconstancia, falta de generosidad, búsqueda de uno mismo. Orar sin desanimarse es comprender que tú oras en mí, que la oración es tuya, y que tú nunca te desanimas, que tú más allá de todo me amas y me sostienes. La oración no es cosas mía, sino tuya, como la misericordia y la fidelidad. Gracias.

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