Apocalipsis V

19 de noviembre
Viernes XXXIII

Ap 10, 8-11 Cogí el librito y me lo comí

Habías asegurado que al paladar sería dulce como la miel, que el estómago ardería.  Rumio tu palabra, la digiero, y me escuecen las entrañas porque me llamas a proclamar tu verdad. Así es tu palabra, Señor, que cae como la lluvia y fecunda mi tierra. Y hace que me abra para que germine la semilla. Y al abrirme me rompo, me duele. Porque me llamas a proclamar tu verdad.