Sin reconocerte

22 de noviembre
Jueves XXXIII

Lc 19, 41-44 No  reconociste el momento de mi venida

¡Qué duras tus palabras; Señor, en este evangelio! ¡Qué verdaderas, qué reales! Sin reconocerte, sin acogerte, sin abrirme a tu venida –cada día, de tantas formas, siempre asombrando, siempre en lo cotidiano y en lo profundidad de lo más sencillo- se siento sitiado, cercado, arrasado, sin que quede en pie piedra sobre piedra de las construcciones que había hecho, que hago, a mi medida, apartado de ti. Por no reconocerte la luz se me vuelve tiniebla vacía.